Envases activos e inteligentes para un mayor control alimentario y evitar el desperdicio de alimentos

Envases activos e inteligentes para un mayor control alimentario y evitar el desperdicio de alimentos

Los envases inteligentes indican en su etiqueta si los productos están en buenas condiciones para ser consumidos. Aportan un mayor control del alimento, lo que supone mayor seguridad alimentaria y menor desperdicio.

Cuando el estado de conservación de un alimento no es el adecuado, los microorganismos patógenos pueden proliferar y producir toxinas que lo estropeen, alteren su sabor y ocasionen infecciones digestivas potencialmente graves.

En la actualidad, para decidir si un producto puede o no consumirse, existen dos herramientas:

  • La fecha de caducidad impresa en el envase.
  • El control en el supermercado para localizar un deterioro evidente producido, entre otras, por una excesiva temperatura o humedad durante el transporte o almacenamiento.

Incluso si el producto está envasado en atmósfera modificada, la fiabilidad no es del 100 %. Los controles de calidad en la fábrica para detectar fugas en los envases son invasivos, es decir, destruyen el producto. Esto hace que los chequeos de calidad sean por muestreo y aleatorios, de forma que no se puede garantizar la seguridad en el 100 % de los envases.

Aplicar un packaging activo con indicadores de colores ayudaría a saber cómo está realmente un alimento fresco sin tener que romper el envase. De esta forma se contribuiría a reducir el despilfarro alimentario.

Envases activos e inteligentes con nanosensores

Los envases activos incorporan nanopartículas que reaccionan a las toxinas alertando de que el alimento no está en buen estado.

Los conocidos como “nanocódigos de barras biológicos”, funcionan como indicadores de colores. Son envases que incorporan una especie de sello o un film al que se le añaden partículas de óxido de metal y cambia de color si el producto que se almacena en ellos no reúne las cualidades que el consumidor espera.

Un ejemplo son las nanopartículas magnéticas de óxido de hierro, que detectan si hay listeria en la leche, o las de oro para revelar las aflatoxinas de los frutos secos.

Aplicaciones

  • Pueden detectar niveles elevados de histamina en el pescado, sulfitos en mariscos o nitritos en la carne.
  • También ayudan a conocer el estado del alimento durante su transporte por toda la cadena de suministro. El envase informaría sobre si el alimento ha sufrido una degradación de las proteínas o el enranciamiento de los ácidos grasos, por ejemplo.
  • Una tercera función es la de detectar el fraude. Si una empresa pretende vender como bio un producto que lleve fertilizantes, pesticidas no autorizados, el envase cambiará de color.

Investigación de envases activos

En nuestro país ya existen proyectos en marcha trabajando sobre estos envases activos. El grupo Eroski, socio de Izaite, colabora con la asociación de empresas de alimentación y centros de investigación gallegos, Clusaga, quien lidera el proyecto FoodTechINK. Un programa de investigación sobre cómo aplicar los nuevos indicadores colorimétricos en la industria alimentaria con el objetivo de monitorizar la calidad y la cadena de frío en alimentos frescos envasados. Cuenta con financiación del ministerio de Industria, Comercio y Turismo y en él también participan el Centro Tecnológico de la Carne (CTC) y la empresa ColorSensing, Cofrico.

Con el objetivo de reducir el desperdicio alimentario, entre 2016 y 2019, la Unión Europea financió el proyecto Nanopack, una investigación sobre embalajes antimicrobianos con nanopolímeros que soltaban paulatinamente aceites esenciales. Se logró inhibir el moho del pan tres semanas, alargar la vida de las cerezas un 40 % y la del queso amarillo un 50 %. Retos de esta nanotecnología

Los profesionales que trabajan en estos proyectos ya tienen el ejemplo de las reticencias que causan los transgénicos. El dilema con el que se encuentran es cómo comunicar estos avances para que no haya una parte de la sociedad no desconfíe de la tecnología.

También necesitan el visto bueno de las autoridades sanitarias, un trámite que la urgencia de la pandemia ha retrasado. Sin olvidar que el alza de los precios de los alimentos y las materias primas dificultan a corto plazo la introducción de tecnologías que, si bien podrían mejorar la seguridad alimentaria, encarecerán seguro el envasado.

Pero ¿estos productos serían más caros? Todos los avances que se añadan encarecerán la producción. El sobrecoste se puede compensar con la posibilidad de alargar la vida útil del producto varios días más allá de la fecha de consumo preferente. Pero, ese sobrecoste también puede repercutir en el producto final, como un plus que el consumidor paga para tener más información acerca de lo que compra.

Aceptación del consumidor

¿Cómo aceptaría el consumidor comprar un producto cuyo envase lleve una imprimación de nanometales? Algunos estudios revelan que los beneficios del envase activo chocan con la mentalidad del consumidor. Alargar la vida útil de un producto en el supermercado parece una contradicción con el concepto de frescura, interpretado normalmente como de “envasado reciente” y no como “en buen estado”.

Si las etiquetas con la fecha de caducidad nos enseñaron a mirar el papel y no el alimento para saber si un filete estaba en buen estado, tal vez en un futuro no tan lejano tengamos que aprender a mirar el envase.

 

Comparte esta información